Esta etapa es muy cortita (15,3 km) pero, en condiciones ideales (fecha adecuada y buen tiempo), puede ser una maravilla.
Se sale de Muros de Nalón por un bosquete y, tras un corto paseo de 4 km, nos encontramos con el primer pueblo con servicios: El Pitu, perteneciente al Concejo de Cudillero. Si hacemos esta etapa en verano, es posible que esté abierta la Quinta Selgas, que es un pequeño Versalles. Se trata de un complejo de edificios y jardines que pertenece a la Fundación Selgas-Fagalde. Es una delicia y recomiendo hacer una planificación para hacer esta etapa un día que esté abierto. Está prohibido sacar fotos en su interior, por lo que recurro a la red, principalmente a su sitio web. Cuando estuve, había unas guías encantadoras, recién graduadas en historia del arte, dispuestas a responder las preguntas (quizás la más frecuente es la de si los propietarios eran indianos, que no lo eran). Las partes que componen son:
- Un palacio de finales del siglo XIX, que tiene una extraordinaria colección de arte y una refinada muestra de mobiliario, orfebrería, porcelana, etc.
- Un pabellón con tapices de los siglos XVI y XVII, casi todos sobre temas bíblicos.
- Un museo escolar, que acoge objetos didácticos que se usaban en la primera mitad del siglo XX de la Escuela Selgas, entidad benéfica que acogía a niños y niñas del concejo. Pueden encontrarse carteles, aparatos para enseñar ciencias naturales, etc.
- Tres grandes jardines: uno de estilo francés -muy geométrico y ordenado-, uno inglés -con la naturaleza más salvaje y menos intervención humana- y otro italiano -con esculturas y agua-.
Jardín francés
Jardín italiano
Jardín inglés
Como los peregrinos solemos madrugar y, en las fechas en las que está abierto, la apertura suele ser hacia las 11:00, puede hacerse tiempo haciendo un desvío de 1,8 km para ver Cudillero, considerado por muchos el pueblo más bonito de Asturias. Por este motivo dije en la entrada anterior que El Pitu era el final ideal, aunque advirtiendo de que hay pocas plazas en el albergue privado de peregrinos.
De los poco más de 10 kilómetros restantes, poco hay que decir. Solo se pasa por dos aldeas y, con buen tiempo, puede disfrutarse de bonitos paisajes asturianos, aunque también de algunos momentos ingratos por asfalto o bajo viaductos de la Autovía del Cantábrico.
La llegada a Soto de Luiña resulta muy grata, por el buen trato que dispensan en su albergue municipal, situado en las antiguas escuelas. Del pueblo, lo más interesante es su iglesia (s. XVIII) y su antiguo hospital de peregrinos (s. XVIII), aunque, en la fecha en la que estuve (julio de 2019), el horario para visitar el interior de la iglesia era muy limitado.
Saludos cordiales y buen Camino,