PEREGRINOS
Un ermitaño llamado Pelayo, observando resplandores
misteriosos, descubre el “arca Marmárea” con los restos del Apóstol Santiago y
dos de sus discípulos, en un campo llamado Campo de las estrellas, lo que hoy
se conoce como Compostela.
El obispo de Iría Flavia Teodomiro, visita la corte Ovetense
de Alfonso II el Casto, para informarle de tan fenomenal suceso.
El monarca organiza un viaje a este lugar rodeado de sus
principales nobles, y al llegar al citado "Campo de Estrellas"
(Compostela) manda la construcción de una pequeña iglesia de estilo asturiano.
Esta fue la primera peregrinación a Santiago por el camino primigenio hoy llamado camino
Primitivo y Alfonso II se convirtió en el primer peregrino en hacer esa
ruta.
Alfonso da cuenta a
Carlomagno de tan importante descubrimiento y éste lo propaga por toda Europa.
El rey Alfonso manda trasladar del Monsacro el arca con las
reliquias a la cámara santa que construyo en la catedral de Oviedo.
Esta arca contenía tal número de reliquias y de tal
importancia que los peregrinos que iban a visitar la tumba del apóstol, veían
necesario venerar estas reliquias en la catedral de Oviedo, convirtiéndose en
el segundo lugar más importante de peregrinación, dando lugar al Camino del
Salvador.
Encuentro tres
motivos principales para que una persona emprenda la decisión de
convertirse en peregrino, la devoción, la penitencia y la aventura.
En la edad media muchos eran los peregrinos que por
devoción hacían este camino, pero no eran la mayoría, ya que es muy difícil,
tanto por cultura como por medios, que alguien abandonase todo, para afrontar
el camino.
La mayoría de los peregrinos lo hacían por penitencia.
Una gran parte
de los peregrinos serian reos de graves pecados, obligados por la fuerza a
vagar de iglesia en iglesia hasta ver redimida su culpa.
La vida de esos peregrinos no podía ser más dura,
afrontando el camino a expensas de la caridad.
A muchos de ellos se les prescribía efectuar la
peregrinación observando el ayuno, solo comiendo agua pan y legumbres, a
excepción de los días festivos.
Aventureros, penitentes o devotos, los peregrinos se veían
expuestos a innumerables problemas en su camino.
Empleaban varios meses en realizar ese camino, lo que
servía en algunos casos para curarse de la enfermedad que traían al haber
comido en sus países pan infectado por el cornezuelo del centeno y atribuyendo
el milagro a la propia peregrinación, lo que daba lugar al aumento de
peregrinos.
Otros muchos
peregrinos enfermaban y requerían los cuidados en los hospitales de
peregrinos que por el camino encontraban.
Desde todas partes de Europa venían peregrinos a España y
es en el siglo XII cuando aparece la primera guía del Camino, el Códice
Calixtino que narra el viaje que hizo Calixto II, desviándose por las
provincias de Vascongadas y Asturias.
En él narra historias de remotas montañas y de hombres
feroces que aparecen por todas partes para hacer daño, de senderos inaccesibles
entre peñascos, maleza y lugares desiertos, otras veces imponen fuertes tributos en los portazgos insultándoles y
golpeándoles si se negaban a pagar.
Por ello es fácil suponer que en la edad media las peregrinaciones
colectivas eran más frecuentes que en
siglos posteriores.
Es de imaginar que a Oviedo llegaran en tropel, entrando
por los barrios de San Lázaro y San Cipriano.
Una gran cantidad de curiosos irían a esperar la llegada de los peregrinos y los
acompañarían en la entrada de Oviedo por la actual calle de Cimadevilla, acompañados
de candelas y metiendo cierta bulla que no agradaba mucho a los escasos vecinos
de la tranquila ciudad de Oviedo.
Imaginémonos la llegada de estas caravanas de peregrinos a
una ciudad que apenas tenía 900 vecinos.
Los peregrinos, fatigados por el viaje, cubiertos de sudor
y de polvo, entonando sus rezos y cánticos, hablando entre sí a veces en lengua
extranjera con sus capas, sombreros y
bordones.
Muchos irían a hospedarse
en el hospital de San juan, mientras que otros lo harían en los
distintos hospedajes de la ciudad.
A la mañana siguiente los peregrinos se dirigían al templo
del Salvador y a la Cámara Santa a venerar el famoso tesoro de las reliquias.
Desde el siglo XVI conocemos la existencia de ciertas
esquelas con el inventario de las reliquias, que se repartían a los peregrinos
y que eran un importante testimonio de haber realizado el Camino del Salvador.
La importancia en el siglo XVI de la peregrinación a Oviedo
la podemos comprobar al leer en documentos que en 1.591 se repartieron en
Oviedo 29.310 buletas, que eran esas esquelas con la relación de las reliquias
y que era la misma cantidad de peregrinos que llegaron a Santiago ese mismo año.
Además de las conchas de latón, plata y oro que los
peregrinos compraban en sus tiendas, también se adquirían unas cruces de plata,
que eran una perfecta imitación de la Cruz de los Ángeles, en muchas ocasiones
iban pendientes de los rosarios que se vendían en Oviedo y que les acompañaban
en sus rezos durante el camino.
Realizados los actos de veneración, los peregrinos continuaban
su camino hacia Santiago de Compostela por el Camino Primitivo.
Son esos peregrinos, sobretodo franceses, los que acuñaron el dicho:
“El que va
a Santiago
Y no va al
Salvador
Visita al
criado
Y olvida
al señor”
Trasladémonos a la actualidad.
Observamos que pasados los siglos los motivos de la
peregrinación han ido cambiando sustancialmente y también los peregrinos.
Seguimos encontrando el motivo religioso como la opción
mayoritariamente reconocida al obtener la Compostela, pero acompañado de
diversos motivos culturales y sobre todo,
de reto personal, al vernos capaces de superar las dificultades que el camino
nos ofrece cada día, unido al ambiente de complicidad peregrina que nos
convierte en mejores personas haciendo el camino.
Sea cual sea el motivo por el que empezaste el camino, éste
desaparece y se diluye día a día pasando a ser secundario, para dar lugar a
otra persona nueva al llegar a Santiago.
Espero que las peregrinaciones a San Salvador vayan en
aumento y se reconozca este camino por los valores históricos y culturales que nos ofrece.
Yo, que he recorrido muchos caminos, os puedo asegurar que
no existe mejor manera de llegar a Santiago, que venir desde León a Oviedo por
el Camino del Salvador y continuar por el Camino Primitivo.
Los mejores embajadores de este camino son los peregrinos
que por aquí pasan y así lo cuentan por todas partes.
Termino con el saludo peregrino que se conserva desde la
edad media hasta nuestros días.
¡¡¡¡
ULTERIA ET SUSEIA!!!!