sábado, 10 de diciembre de 2016

San Martín del Camino / Villar de Mazarife - Astorga

Como dijimos en la anterior entrada, las dos variantes de la etapa anterior confluyen en Hospital de Órbigo, a donde se llega por Puente de Órbigo, pedanía de este municipio.

De Hospital de Órbigo voy a mencionar tres cosas: en primer lugar, su gastronomía. Si alguien come pernocta allí (yo lo hice una vez), le recomiendo probar su deliciosa sopa de trucha. En segundo lugar, el interior de su iglesia y, por último, lo más importante: su grandioso y precioso puente de 19 arcos sobre el río Órbigo, llamado del Passo Honroso por  una famosa historia. Pongo varias fotos, caseras y descargadas, porque es imposible abarcarlo entero a ras del suelo.




En 1434, enamorado de una dama que no le correspondía, D. Suero García de Quiñones quiso liberarse de aquel tormento y, para ello, no se le ocurrió nada mejor que retar a un torneo a todo caballero que quisiese cruzar el puente de Hospital de Órbigo, para lo cual obtuvo la autorización del rey Juan II. En caso de que algún caballero se negase a participar en el torneo, debía depositar un guante en señal de cobardía y vadear el río. Tras romper 300 lanzas en aquellas justas, en las que falleció una persona, realizó un viaje a Santiago a presentar una ofrenda al apóstol. Al parecer, logró casarse con aquella dama y, años más tarde, murió a manos de uno de los derrotados en aquella fazaña. Desde 1997, se rememora este hecho con torneos medievales, que tienen lugar el primer fin de semana de junio.

Al salir de Hospital de Órbigo, las señales dan a elegir entre dos variantes, una un poco más larga que la otra. Habiendo hecho ambas, recomiendo encarecidamente tomar la variante corta a quienes les guste caminar por el asfalto con la compañía del agradable sonido de los coches y camiones de la N-120. Por el contrario, recomiendo la alternativa que es un poco más larga a los que prefieran los páramos, arbustos y bosquetes.

Si se elige la variante larga, los primeros kilómetros de la etapa son llanos y transcurren por pistas agrarias con algo de arbolado que pasan por las aldeas de Villares de Órbigo (dicho sea de paso, no se ve el río) y Santibáñez de Valdeiglesias, buenos lugares para un avituallamiento. No puedo hablar del interior de sus iglesias porque, lamentablemente, siempre las he encontrado cerradas.


Cerca de Villares de Órbigo

Abandonando este pueblo, nos adentramos por un terreno montañoso, aunque no muy exigente, que transcurre entre arbustos y algunos bosquetes autóctonos o de pinares. En un lugar de ese tramo se encontraba La Casa de los Dioses, un proyecto de un entrañable personaje llamado David que ofrecía zumos y comida a los peregrinos para que pudiésemos sentirnos como dioses, pero que, desgraciadamente, ha abandonado su proyecto desilusionado por la pérdida de valores de los caminantes.



Después de unos 6 km de agradable paseo, se llega al Crucero de Santo Toribio, desde donde se divisa Astorga. Según la leyenda, en este lugar el santo miró la ciudad por última vez y sacudió el polvo de sus sandalias diciendo: “De Astorga, ni el polvo”. Me permito dudar de la veracidad de esta leyenda porque he escuchado lo mismo de otros santos y otras ciudades.



La entrada en Astorga no es muy agradable, pero su centro hace de la antigua Asturica Augusta uno de los lugares más interesantes del Camino Francés. También hay que decir que aquí se junta el Camino Francés con la Vía de la Plata auténtica (hay una Vía de la Plata apócrifa creada por unos políticos irrespetuosos con la historia que, ignorando Astorga, pasa por León y acaba en Gijón) y, para los golosos, es típico el chocolate y los mantecados, no faltando sitios para degustarlos.

Ya puestos ha hablar de gastronomía, es muy recomendable comer el típico cocido maragato, aunque en verano puede resultar algo pesado.

Otra cuestión es que, si se tiene la suerte de pasar por Astorga la última semana de julio, lo cual yo he hecho dos veces, pueden disfrutarse de las fiestas de astures y romanos. Aunque el plato fuerte es en fin de semana, los días previos hay campamentos de astures y romanos junto a las murallas y pueden verse ensayos de las obras teatrales que se representan.

Para los amantes del arte, Astorga ofrece arte romano, medieval, barroco y modernista, además de cuatro museos, parques y la tranquilidad que dan las calles peatonales. Para no alargarme, creo que no es conveniente que mencione todos los lugares que hay que ver, sino simplemente los más destacables, recomendando, como siempre, acudir a la oficina de turismo.

  • Murallas medievales. Se conservan dos tramos. Recomiendo ver uno de ellos desde arriba, paseando por el muy agradable Jardín de la Sinagoga y, el otro, por abajo, contemplando desde un parque las murallas junto con la Catedral y el Palacio Episcopal.



  • Catedral. Es mayormente gótica, aunque tiene su fachada barroca y una portada renacentista de Rodrigo Gil de Hontañón. Llama su atención que cada una de las dos torres de su portada tiene un color distinto. Es muy recomendable visitar su interior y su museo.


  • Palacio Episcopal, diseñado por Antonio Gaudí. En la actualidad alberga un museo de los Caminos.



  • Ayuntamiento. Es un hermoso edificio de estilo barroco ubicado en la Plaza Mayor. Como anecdótico, tiene dos autómatas con traje típico maragato (Juan y Colasa) encargados de dar las horas.


  • Domus del Oso y el Pájaro. Aunque las ruinas de esta casa no son uno de los lugares más visitados de Astorga, la cito porque es una buena muestra de su pasado romano y porque conserva un bonito mosaico con animales que, al parecer, representa el mito de Orfeo.


  • Museos. Como he dicho, hay cuatro. Además de los que albergan la Catedral y el Palacio Episcopal, hay un Museo Romano –muy interesante para los interesados en la Arqueología, como yo– y un Museo del Chocolate, con degustaciones para los más golosos.


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