La etapa que hoy recomiendo, de
unos 25 km, une dos localidades que ofrecen una buena dosis de arte.
Unos 2 km después de salir de
Castrojeriz, para empezar bien el día, hay que subir el Alto de Mostelares, un pequeño puerto de un kilómetro de subida
continua al 12%. Aunque la pendiente no es excesiva, el hecho de que no haya
falsos llanos se nota y, los ciclistas, suelen subir empujando las bicis. De
todas formas, el esfuerzo merece la pena porque desde arriba hay una vista
amplísima, amarilla en verano y verde en primavera.
Como anécdota, hace unos 15 años
había en Castrojeriz un perro que elegía al peregrino que veía más débil y le
acompañaba hasta lo alto del puerto, para luego volverse a su casa.
Después de descender Mostelares y
de andar unos kilómetros entre cultivos de cereal y girasoles, llegamos a lo
que fue la localidad de Puente Fitero, de la que solo sobreviven una capilla
gótica y un largo puente medieval de once arcos sobre el río Pisuerga, que
marca el límite entre las provincias de Burgos y Palencia. En la capilla en
cuestión hay un albergue peculiar gestionado por una ONG católica italiana que
tratan a los peregrinos como en el pasado, con lavatorio de pies incluido.
No muy lejos del puente, está Itero de la Vega, en donde podemos
encontrar el primer bar después de 13 km andando. En mi opinión, lo más
interesante del pueblo es un rollo de justicia ubicado junto al Ayuntamiento y
que conmemora su independencia, concedida por Enrique IV.
Siete kilómetros después llegamos
a Boadilla del Camino, en donde
suelen pernoctar los que duermen en Hontanas. Allí se puede disfrutar del impresionante
rollo jurisdiccional, profusamente decorado, así como del interior de su
iglesia, declarada Bien de Interés Cultural, que cuenta con una interesante pila bautismal y un retablo
renacentista con magníficas pinturas, por lo que es necesario visitarla.
Los aproximadamente 5 km que
quedan hasta la meta son muy agradables, con la buena compañía del Canal de
Castilla, vasta obra de ingeniería promovida por el Marqués de la Ensenada en
el s. XVIII. En su día se construyó como medio de transporte, pero ahora se
utiliza para el regadío y paseos lúdicos en barco.
Cuatro esclusas en el canal dan
la bienvenida a Frómista que, aunque
es famosa por una iglesia, son tres las que hay que visitar, por fuera y por
dentro. La más desconocida es la iglesia de Santa María del Castillo, que tiene
una preciosa bóveda de crucería y en la que se emite una interesante exposición
audiovisual llamada Vestigia. Allí
estuvo un impresionante retablo formado por 29 tablas flamencas, pero fue
robado en los años 70 por Eric el Belga. En esta foto puede verse cómo era el retablo.
Las tablas del retablo en
cuestión, que fueron recuperadas, pueden verse en la iglesia gótica de San
Pedro, que también es necesario visitar. Para
verlas es necesario pagar un módico precio que se destina a su restauración y
montaje. Cuando se logre montarlo, será trasladado a la iglesia en la que se
encontraba.
Por último, está la famosa
iglesia de San Martín de Tours, una de las grandes joyas del Románico de
España. Su interior es aparentemente austero, pues no hay retablos como en
otras iglesias. Sin embargo, eso es solo apariencia, pues sus capiteles tienen
una rica decoración escultórica, con elementos vegetales, animales y humanos.
Saludos cordiales y buen Camino,
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