Esta etapa es cortita (unos 19
km). El Camino discurre por un soso andadero situado junto a una carretera
local y el paisaje no tiene mucho interés, aunque en sus cuatro pueblos
intermedios, además de poder hacer pausas para avituallarse, hay mucho arte.
Tras pasar cerca de dos capillas
románicas, se llega a Población de
Campos, que suele estar dormido a la hora de paso de la mayoría de los
peregrinos, al menos en verano.
A la salida del pueblo hay que tomar una decisión entre dos
alternativas: Revenga de Campos o Villovieco, aunque también es posible ver los
dos lugares si no importa andar algo más de un kilómetro de propina. Si no aprieta el calor, recomiendo intentar visitar los dos lugares.
La alternativa de Villovieco es unos 300 metros más
larga, pero más tranquila porque nos alejamos del andadero. En caso de encontrarse la iglesia abierta, podemos
ver en su interior un buen retablo barroco que representa la inexistente
batalla de Clavijo y, sobre todo, una bellísima cajonera de nogal que se guarda
en la sacristía.
Si se opta por Revenga de Campos, se puede ver una
casa blasonada en la que pernoctó Carlos I y el interior de su iglesia de San Lorenzo, que
suele abrir temprano para que los peregrinos veamos sus buenos retablos barrocos. Dependiendo de la persona que cuide su interior, la
visita puede ser interesante o interesantísima. Así, la última vez que la
visité, un joven lugareño dio una explicación magistral que multiplicó el interés de
la visita. Todo un ejemplo de cómo hacer una visita guiada.
No hay que andar mucho para
llegar hasta Villarmentero de Campos.
Las dos últimas veces que pasé por ahí vi carteles que invitaban a visitar su
iglesia de San Martín de Tours, diciendo que nos enamoraríamos de su retablo y
de su artesonado mudéjar. Si está abierta la iglesia, hay que cumplir con la
recomendación.
El retablo, ricamente decorado con cuadros y esculturas, es de estilo plateresco y tiene en su centro a San Martín compartiendo su capa con un mendigo. Es obra de dos discípulos del escultor Alonso Berruguete: el pintor Juan de Villoldo y el escultor Francisco Giralte. No son famosos, pero tienen un buen currículum y han dejado sus obras en algunas catedrales españolas.
En cuanto al artesonado, ocupa una parte de la iglesia y tiene forma octogonal y es excelente.
El último pueblo intermedio es Villalcázar de Sirga, conocido por sus
habitantes como Villasirga. Una escultura metálica rinde homenaje a un buen
hombre que obsequiaba a los peregrinos con vino y sopa de ajo pero, lo mejor
que tiene es su iglesia de Santa María la Blanca que, por su tamaño, bien
podría ser una catedral.
Por fuera impacta su tamaño, su
rosetón y las dos filas de esculturas que ocupan sus frisos. Su interior no es
menos espectacular y, además de una talla de una Virgen con el Niño a la que
Alfonso X también dedicó algunas de sus Cantigas,
podemos disfrutar de sus amplias naves, un magnífico retablo formado por tablas
hispano-flamencas y unos preciosos sepulcros con la imagen esculpida de los
finados.
En cuanto a Carrión de los
Condes, de la que el Codex Calixtinus
dice que es “una villa próspera y
excelente, abundante en pan, vino, carne y todo tipo de productos”, pese a
no ser muy grande, hay que dedicarle bastante tiempo por su alta densidad de
monumentos, algunos de ellos catalogados como Bien de Interés Cultural. Cito lo
que más me gusta, sin perjuicio de lo que os recomienden en la Oficina de
Turismo:
· Iglesia de Santa María, de estilo románico.
Destaca su cúpula y su portada, en la que se representa la Adoración de los
Magos y el encuentro de los Magos con el rey Herodes.
· La iglesia románica de Santiago, que tiene una
magnífica fachada con un friso de esculturas y que hoy acoge la Oficina de Turismo y un museo de arte contemporáneo.
· La iglesia renacentista de San Andrés, de Rodrigo Gil de Hontañón. Es una mole que en su interior guarda un espectacular
órgano barroco y una buena muestra de esculturas y pinturas, una de ellas copia
de Rubens.
·
La iglesia de Nuestra Señora de Belén, que
alberga un magnífico retablo renacentista.
· Monasterio de San Zoilo. Es el plato fuerte y
está a las afueras, tras cruzar el río Carrión. Tiene una capilla en la que
están enterrados los Condes de Carrión y, sobre todo, un impresionante claustro,
con preciosas bóvedas con 250 figuras esculpidas.
Saludos cordiales y buen Camino.
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